Nota I, 10 de mayo de 2018

El juego enseña que no importan los méritos, que sólo es relevante cuanto puedes amasar y fingir. Entonces empiezas a buscar respuestas, descubres la lucha social... Piensas que te puedes unir, sumar consciencias para transformar un mundo. Fracasas, los caminos están ya trazados, no hay nada para ti.


Los que se oponen son un reflejo de quienes dictan las reglas del juego, como entidad no tienen vida propia: si el juego avanza a derecha ellos retroceden a izquierda, si el juego sube ellos bajan. Están carentes de voluntad. Son lo que podemos llamar el antijuego, allí hay que seguir la consigna o ser perseguido. Entonces huyes y preguntas, ¿qué hacer?

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