NOTA II 13 de mayo de 2018 MESIANISMO Y PUNTO 0. O fanatismo versus radicalismo.



En tiempos de sectarismo se emplea como consigna la sentencia “radical es ir a la raíz de los problemas”. Pero esta frase, en el contexto actual, no se usa para ir a la raíz de los problemas, sino para mandar callar – suprimir al adversario en vez de afrontar sus argumentos – y reforzar prejuicios tribales.


El sectario plantea la supresión de la sociedad vigente para empezar desde cero, desde la falsa creencia de que eliminando todas las relaciones de poder actuales se elimina toda posible relación de poder futura. Así, su libertad se basa en el apocalipsis, en arrasar el mundo para comenzar la obra de la perfección desde una nueva base. Pero esto no es radical, es fanático; puesto que las relaciones de poder son inherentes a la condición humana y cualquier sistema político generará inevitablemente nuevos desequilibrios.

Desde los tiempos oscuros en los que la consciencia humana estaba atada al azar de la naturaleza, a tientas, sin plan, la especie ha ido acumulando saberes y técnicas. Hasta hoy esos saberes y técnicas se han usado únicamente al servicio de una minoría, sin un desarrollo pleno de su capacidad, pero sobre todo sin ser conscientes de las consecuencias de su desarrollo. 

Por eso y ante eso, toda revolución debe erigirse como salvaguarda de la herencia de la especie, protegiendo la potencialidad de nuestro saber de quienes – consciente o inconscientemente – plantean devolvernos a las cavernas. Abrazar el saber acumulado, mesurarlo, aplicarlo desde una perspectiva global; eso es la radicalidad y no erigir piras contra los enemigos políticos y morales.

El juego consciente en engrandecer la vida, no en menguarla.

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